miércoles, 7 de enero de 2009

Dúos: José Luis Gutiérrez & Jorge Pardo, "Dos pájaros de cuidado"

La idea fue, según creo, de José Luis. Un: !¿y por qué no hacemos algo juntos?!; y Jorge, que podía haber dicho que no, dijo que sí, porque así es él. Y ahí que se fueron a recorrer los campos y auditorios los dos tenores mayores del reino, juntitos y en comanda y tocando las cosas que ellos acostumbran.

Adviértase que Jorge y José Luis tocan jazz; sépase que el jazz es fruta mestiza y no deviene del extravío de nadie ni del criterio arbitrario de ningún tipo, mucho menos de una decisión de despacho, sino del impulso natural que lleva a los distintos a reunirse. Cuanto más distintos los jazzistas, más que les gusta arrejuntarse; que si es el uno o el otro, el guiso adquiere un sabor u otro. Lo que tiene esta música, y no tienen otras, que lo recicla todo y todo lo concilia y hace unidad de lo dispar.

José Luis y Jorge: solo el jazz pudo reunirlos.

Vea el lector a este Jorge, menudo de cuerpo y largo de espíritu, cátedro de todos los vientos, pues los toca todos. Maestro de ambos mundos, del jazz y del flamenco, y en ambos respetado por igual. Jorge, de “Dolores” y de Paco de Lucía; de Chick Corea y de Camarón. Músico de las mil fuentes y siempre él.

Vea ahora a José Luis, estirpe de castellano joven, alegrándole las tardes a la fauna plumífera castellana de Olmos de Esgueva, villa que perteneció al Infantazgo de Valladolid, en la que reside y en la que toca su saxo por las calles. J.L. le tiene tomado el aire a esas tierras. Tuvo que venir para agitar las aguas estancadas de lo jazzístico. Fue nuestro “enfant terrible” y hay quien, aún, no se lo perdona.

Yo les he visto, al uno y al otro juntos, una sola vez, en la serrana localidad de Soto del Real, en Madrid, y eso me bastó para gozarme con lo que es y figurarme lo que será. Si tocaron una pieza u otra, no podría asegurarlo. Tampoco, a mi parecer, tiene la menor importancia dicho dato. Sí importa saber que, puesto el uno junto al otro, siguen siendo ellos mismos y su manera de hacer, y todo lo que nos gusta de ellos, se mantiene, enriquecido por la presencia del contrario.

Escuchar a Jorge Pardo y a José Luis Gutiérrez compartiendo un mismo espacio constituye un raro privilegio al que no podemos renunciar.

Dos que saben de qué va el asunto.

José María García Martínez (2005)

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