viernes, 29 de enero de 2010

PHILIP CATHERINE: "El músico de jazz inventa su música"


ENTREVISTA: PHILIP CATHERINE Guitarrista y 'jazzman'

"El músico de jazz inventa su música al tiempo que la interpreta"

CHEMA GARCÍA MARTÍNEZ - Madrid - 30/11/2007

Será esta noche, a partir de las diez de la noche. El guitarrista belga Philip Catherine, figura referencial del jazz europeo, dará inicio con su trío a las Noches de Jazz en la Fundación Carlos de Amberes (Claudio Coello, 99; entrada 20 euros). Para Catherine, nacido en Londres en 1942, "el jazz en Europa está en expansión porque es la música en la que el músico proyecta en mayor medida su personalidad. No quiero decir que el intérprete de Chopin no la aporte también pero hay una diferencia y es que el músico de jazz inventa su propia música al tiempo que la interpreta".

Philip Catherine nació en Londres de madre inglesa y padre belga. Al finalizar la II Guerra Mundial se trasladó con su familia a Bélgica, donde escuchó por vez primera el sonido de una guitarra. El jazzista, en una entrevista mantenida en Madrid hace algunos meses, recuerda aquel momento: "Un día escuché un disco de George Brassens y me quedé pasmado por el modo en que se acompañaba a la guitarra. Me gustaba el sonido del instrumento, su ritmo. Pocos meses después, me compré mi primera guitarra".

Gracias a su primer profesor del instrumento, Catherine descubrió la música del genial guitarrista gitano, nacido en Bélgica, Django Reinhardt, que se convertiría en su primera y mayor devoción musical. "Jamás he tratado de imitar a Django", matiza, "si alguien toca como otro y utiliza a Django como modelo, no toca como Django, porque Django no tocaba como ningún otro. Para tocar como Django tienes que ser, ante todo, original".

Al tiempo que la música de Django, Catherine descubrió los cómics de Tintín. "Tintín es otra de mis principales influencias como músico", precisa el guitarrista belga. "Las relaciones entre Tintín, el Capitán Haddock, Tornasol, Milú y los policías Hernández y Fernández se asemejan a las leyes de la música contrapuntística. Todo está interconectado y constituye un verdadero análisis de los distintos medios que tienen las personas de comunicarse entre sí". En el año 1971, Catherine grabó su primer disco como líder, Stream, producido por Sacha Distel. Ese mismo año conoció al violinista Jean-Luc Ponty: "El 25 de noviembre era mi último día de mili. Ese mismo día recibí una carta de Jean-Luc invitándome a unirme a su grupo. Desde entonces no ha habido otra cosa en mi vida, únicamente la música".

A lo largo de su extensa vida profesional, Catherine ha tocado junto a Dexter Gordon, Stéphane Grappelli, Charlie Mingus -quien le bautizó como "el joven Django"- y, a dúo, con el también guitarrista Larry Coryell, con quien protagonizó dos multitudinarias giras por el Viejo Continente mediados los años ochenta. Aquellos fueron sus años de mayor popularidad, y los más controvertidos: "Nos llamaban los guitarristas-metralleta porque éramos capaces de tocar muy rápido. Lo que pasó es que, por donde quiera que fuéramos, había 2.000 guitarristas siguiéndonos y tomando nota de todo lo que hacíamos, y aquello derivó en una verdadera batalla campal. Todos querían ser el mejor e impresionar a los demás. Todos querían sonar como nosotros y como John McLaughlin, y tocaban cada vez más rápido y descontrolaban..., pero era una guerra que no tenía nada que ver con nosotros".

A mediados de los ochenta visitó España como miembro del trío del legendario trompetista y cantante Chet Baker. El afamado guitarrista reflexiona sobre su compañero: "Hay mucha leyenda en torno a Chet; que si era un yonqui, que si resultaba imposible convivir con él..., no importa lo que se diga de él. Tocar con Chet fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Por supuesto que éramos muy diferentes él y yo, y nuestra formación musical nos distanciaba pero, a la postre, lo único que importaba era la espontaneidad".

(publicado en El País)


“Homenatge a Lou Bennet” Philip Catherine Trio

Sala Jamboree – plaça Reial, número 17- Barcelona.

Vierns 29 y sábado 30 de enero (21.00h y 23.00h). Precio: 15€



jueves, 28 de enero de 2010

MILES DAVIS: EL GENIO DEL CUADRILÁTERO


EL GENIO DEL CUADRILÁTERO


Una sombra pelea contra su sombra bajo la blancura del gimnasio. El silencio acompaña las ráfagas de golpes que remueven el aire. Un cuerpo envarado que se aduja y se estira, le da mil vueltas al ring. Es Miles Davis y lleva guantes verdes.

Los héroes de Miles fueron Sugar Ray Robinson, Johnny Bratton y Jack Johnson. Ese trío le sirvió de inspiración cada vez que decidía salirse de los tremedales de la vida. El boxeo fue para él un espacio al cual asomarse y encontrar sosiego. ¿De dónde creen Uds. que sacó fuerzas para liderar tantas bandas exitosas, para ser, literalmente, el jefe de tantos monstruos del jazz? Miles Davis, por si no lo saben, lideró conjuntos en los que no solo tocaron gigantes, sino que esos gigantes descubrieron que podían ser tales sólo cuando tocaron bajo sus órdenes. Que lo digan Bill Evans, John Coltrane, Chick Corea, Wayne Shorter y un largo etcétera de músicos monumentales.

Miles fue una persona compleja que tuvo que forjarse su propio caparazón indestructible para permanecer incólume ante los desafueros de su época. Estamos hablando de un hombre tímido que se escondía detrás de un muro de palabras obscenas para que los pervertidos de su mundo se las vieran negras, si pensaban joderlo. Hablamos de alguien que le daba la espalda al público en sus conciertos; de alguien que no le pasaba una a nadie, ni siquiera a sus mejores amigos.

(Una noche en que la luna le sentó mal a Max Roach, Miles lo sentó de culo con un soberbio derechazo a la barbilla. Así sería el golpe, que a Max se le evaporaron los efectos de su borrasca química y continuó tocando su batería como si nada hubiese pasado).

Quien observe con atención la vida de este visionario nacido en Alton, Illinois, en 1926, se dará cuenta de que la música y el boxeo le dieron estructura a ese impulso de supervivencia al que muchos confundieron con misantropía. Aunque no fuera evidente, Miles Davis siempre se ganó la vida a golpes. Que apareciera de vez en cuando en un gimnasio, pegándole a un saco de arena o a una pera de cuero, no tiene nada de raro, sobre todo si ese hombre tenía que lidiar con sus propias adicciones, con el racismo que gobernaba su entorno y con su propia capacidad para adelantarse a sus contemporáneos.

A lo largo de su vida, Miles vislumbró el futuro de la música varias veces. Si te pones a pensarlo con cabeza fría, te darás cuenta de que no debe ser fácil crear formas nuevas y saber que esas formas preludian el porvenir. Este trompetista-boxeador, este músico y maestro, le abrió las puertas al cool jazz, al jazz modal, a la fusión eléctrica y al mismísimo hip hop. ¿Cómo no habría de buscar refugio en un gimnasio, si la creación del futuro produce desequilibrios en cualquier época?

El secreto de Miles radicaba en enfocar la música desde distintos puntos de vista, en saber dónde debía alargar las frases y dónde debía poner los acentos. Nada de circos de solfeo ni de chorros de notas… De ahí que los silencios de su trompeta se nos asemejen a la actitud del boxeador que observa con paciencia a su contrincante, le haga algunas fintas y logre que su cabeza se mueva hacia donde él ha lanzado a toda velocidad una mano demoledora, lista para el impacto certero. Eso, damas y caballeros, es pura y simple perfección; puro arte en el que se conjugan la música y el boxeo.

Esté donde esté, Miles debe vendarse las manos y subirse a un ring todos los días a lanzar golpes y a pelear con su sombra. Desde ahí nos hace recordar que la buena música siempre viene del futuro.

Y por eso le estaremos agradecidos siempre.

Roberto Echeto

(remitido por su autor a este blog)



miércoles, 27 de enero de 2010

Lucía Martínez en Caminando Sobre la Luna

A quien pueda interesar

El equipo médico habitual que confecciona el muy recomendable blog Caminando Sobre la Luna, RauLuz-Txus, o sea, termina de colgar en el mismo un bonito blog con música de la muy admirada Lucía Martínez, extraída del último cedé de la susodicha, "Soños e Delirios".

A no perdérselo

Lucía Martínez. Golpes justos

http://caminodelaluna.blogspot.com/

martes, 26 de enero de 2010

MIS DISCOS FAVORITOS: MILES DAVIS "DOO-BOP"


Uno tenía a Miles enfrente y sentía que aquel no era un cualquiera. Miles imponía, a veces, daba miedo. Una mirada suya podía taladrarte, tanto como una nota de su trompeta te sacudía las entrañas hasta dejarte “KO”. Miles era Miles tocando la trompeta, paseando por la Gran Vía madrileña, discutiendo con el “road manager” por un quítame allá ese porcentaje, pintando sus cuadros que una vez pudimos ver colgando de una galería… posiblemente, el músico de jazz más grande de la historia, porque jamás volvió la vista hacia lo ya hecho y sólo pensaba en lo por hacer. Creó estilos –hizo historia-, inventó un sonido –su mayor logro-, avaló carreras -¿qué músico de jazz de la modernidad ha podido escaparse a su influencia?- y nada de ello tuvo importancia para él comparado con lo que pudiera traerse entre manos en ese momento. Por eso, mi disco preferido de Miles es el último que grabó y ni siquiera llegó a terminar. “Doo-bop” me gusta porque es el último, y porque la música es, sencillamente, extraordinaria, y porque a la crítica de jazz le parece un horror. Como si esto tuviera alguna importancia.


http://musica.heineken.es/microsites/milesdavis/default061006.swf

domingo, 24 de enero de 2010

EL SIGLO DE DJANGO REINHARDT


Ayer, en El País


Chema García Martínez:

"La guitarra de Django Reinhardt alcanza el siglo"

viernes, 22 de enero de 2010

MIS DISCOS FAVORITOS: ORNETTE COLEMAN AT THE GOLDEN CIRCLE


Ornette Coleman: at the Golden Circle, vol. 1 y 2


Ornette Coleman (sa); David Izenzon (b); Charles Moffett (bt)


Grabado en el club Gyllene Cirkeln de Estocolmo, el 3 y 4 diciembre 1965


EMI-Blue Note 7243 5 35518


No voy a descubrir al lector un disco que todos tenemos por descubierto. La excusa de hablar a estas bajuras de Siglo de las grabaciones de Ornette en el Golden Circle viene de su reedición en forma de dos cedés con la música remasterizada por el propio Rudy Van Gelder, fotografías no sé si inéditas, al menos sí para mí, y la consabida dosis de “alternates takes”, que tanto visten, amén de una presentación apestosa en sueco y en inglés que, no creo equivocarme, tampoco figuraba en los elepés originales. A la pregunta -¿me lo compro si tengo los elepés?-, la respuesta: según y cómo.


Por lo pronto, la “remasterización” en curso destaca a Ornette de una forma algo estridente, en mi opinión. El disco (me) suena mejor en elepé. Claro que casi todo el jazz suena mejor en elepé, menos los discos de CIMP. De las “alternates” –cinco en total, más un “bonus track” titulado “Doughnuts”- hay un The Riddle con final jotero y la novedad de un Izenzon rompiendo con la inflexible separación de poderes (Izenzon & Moffett vs. Coleman) que marcó y distinguía a la música del trío, al introducirse en un “bis a bis" inédito con el saxofonista y trompetista. El resto de los añadidos resultan bastante menos sugestivos si se les compara con las versiones editadas originariamente.


Para servidor, este disco es y será el de la sección rítmica que redefinió la palabra “swing”; el de un Ornette Coleman rapsoda, cantor de la desolación en una forma que no se ha conocido desde Miles Davis; fascinante choque de egos, de encuentros y desencuentros, de convergencias y divergencias, donde los caminos de la música siguen caminos separados y al oyente corresponde la facultad de comunicarlos entre sí. A lo que vamos: un clásico del jazz de los sesenta, de cuando al jazz lo llamaban free (semejante redundancia). Imprescindible.


(publicado en Cuadernos de Jazz)