domingo, 29 de septiembre de 2013

sábado, 28 de septiembre de 2013

SE PRESENTÓ EL I CONGRESO INTERNACIONAL: EL JAZZ EN ESPAÑA

 
De izqda a dcha: Mercedes Ferrer, directora institucional de Música de la Fundación Autor de la SGAE; Iván Iglesias, codirector de la iniciativa y profesor de la Universidad de Valladolid; Jorge García, codirector del Congreso y técnico de Documentación de CulturArts; Inmaculada Tomás, subdirectora de Música de CulturArts-Generalitat Valenciana.
Foto: JMGM
  
I Congreso Internacional: el jazz en España
Valencia, 28·30 noviembre 2013
Programación completa del congreso:

miércoles, 25 de septiembre de 2013

 
 
Hoy en El País
 
Jimmy Ponder, la guitarra de jazz con alma
Tocó junto a los grandes en el límite del ‘bebop’ y el ‘blues’


lunes, 23 de septiembre de 2013

 

Música en Vena lleva el jazz al Hospital Clínico

La boa en el elefante
“Como en el cuento de Antoine de Saint-Exupéry, queremos desaprender lo malo y ayudar a ver el lado positivo de las cosas, de forma que cuando un niño nos dibuje un elefante dentro de una boa no sólo veamos un viejo sombrero”…  llevado por el espíritu transgresor oculto bajo las páginas de “El Principito”, Nicolás Díaz-Toledo agita los valores tradicionales de la sanidad desde su puesto de coordinador del Aula Social Dr. Zarco, en el Hospital Clínico San Carlos:  “mi obsesión es que la gente descubra que dentro de la boa hay un elefante”. Su “obsesión” llevó a Díaz-Toledo a aceptar la propuesta de los promotores de la asociación Música en Vena (MeV), dedicada a “mejorar las estancias hospitalarias de pacientes, familiares y personal sanitario desde la cultura y la música en particular”, para organizar el “I Ciclo Piano + Jazz” dentro del recinto hospitalario, uno de los mayores del país. Se trata de abrir el entorno hospitalario a todos, pacientes y familiares, trabajadores y estudiantes y a los que quieran venir a visitarnos. Aquí no se le pide el carnet a nadie”.


El I Ciclo Piano + Jazz” ofrece la posibilidad inusual de escuchar de forma totalmente gratuita a 3 maestros indiscutibles del piano de jazz en un entorno inédito. “La idea es que no haga falta estar mal para entrar a un hospital”, apunta Juan García de Cubas, cabeza visible de MeV.  En tiempo de crisis, el flamante teatro del Hospital Clínico con capacidad para 400 espectadores se postula como un nuevo espacio para la cultura: “queremos hacer una red de espacios nuevos para la música con una programación de altísimo nivel equiparable a la que se da en los lugares “sagrados” de la música”. El primer concierto del ciclo tendrá lugar hoy mismo, a las 18:00 h. Federico Lechner (Buenos Aires, 1974) interpretará una selección de sus composiciones junto a algunos standards de jazz y diversas piezas vinculadas a su tierra de origen (“Alfonsina y el Mar”, “El día que me quieras”): “el común denominador de lo que voy a tocar  es que son temas que insuflan optimismo y vitalidad”. Le seguirán, mañana miércoles, Albert Sanz y Moisés Sánchez, en sesiones de mañana (el primero) y tarde (el segundo).  Tendrán los tres ante sí un instrumento cargado de historia: el Steinway & Sons gran cola que durante décadas ha ocupado un lugar destacado en el extinto estudio Cinearte y en el que han dejado su impronta grandes maestros de la talla de Tete Montoliu, George Cables o Ivo Pogorelich. El instrumento, cedido por la familia que creo dicho estudio, ha sido sometido a la necesaria cura de urgencias de cara a su segunda puesta de largo: “también un piano puede necesitar un trasplante de órganos, en este caso, de martillos”. Aquí nada se tira ni se destruye: “los martillos originales, una vez retirados del mecanismo, se han convertido en 88 objetos-joya de especial valor”, aclara García de Cubas. “Con cada uno de ellos se ha realizado un llavero apadrinado por un pianista. Los beneficios que se obtengan de la venta irán destinados a la restauración completa de este magnífico piano y a la realización de ciclos similares por diferentes hospitales”.
 
En última instancia, el “I ciclo Piano + Jazz” es el primer fruto del convenio firmado por MeV con el Servicio Madrileño de Salud por el que se pretende realizar una programación “estable y seria” en los salones de actos de los hospitales. “Ha habido que vencer la resistencia de algunos para los que el auditorio debería limitarse a los congresos científicos“, aclara Díaz-Toledo. “La Sanidad del Siglo XXI ha cambiado: ya no se trata exclusivamente de curar sino de cuidar. Dar cuidados implica ocuparse del cuerpo y de la mente, buscando mayores índices de felicidad para todos los que se relacionan con nuestro hospital. En ese sentido, un ciclo como este no es un lujo, sino una necesidad”. Al trabajo de los voluntarios  se ha sumado, en este caso, la cantidad aportada por los laboratorios farmacéuticos Takeda que permitirá remunerar el trabajo de los artistas, condición indispensable, en opinión de García de Cubas, para desarrollar una programación de conciertos. “Aquí no hay medias tintas”, advierte Jorge Pardo, con una larga experiencia colaborando con Música en Vena. “Estás tocando para gente que tiene una sensibilidad especial por lo que están viviendo y te vas con la sensación de haber dado un soplo de vida”. Algo en lo que coincide con el pianista donostiarra Iñaki Salvador: “que en los hospitales nos abran la puerta a los profesionales es recibir una master class de vida".

Chema García Martínez
Hoy, martes: Federico Lechner (18:00 h)
Mañana, miércoles: Albert Sanz (12:00 h), Moisés Sánchez (18:00 h).
Auditorio del Hospital Clínico San Carlos (Madrid, Metro Moncloa, Islas Filipinas y Ciudad Universitaria). Entrada por puerta P.
Entrada libre hasta completar aforo.
 

domingo, 22 de septiembre de 2013

RECORDANDO A FREDDIE HUBBARD

 

Freddie Hubbard a los 24 años con Art Blakey and The Jazz Messengers
"Moanin´". Freddie Hubbard (t); Wayne Shorter (st); Curtis Fuller (tb); Cedar Walton (p); Reggie Workman )b); Art Blakey (bt). Italia, 1962


Freddie Hubbard, puro fuego con la trompeta
Fue excesivo en todo. Como ser humano y en su forma de entender la profesión; sobre un escenario y fuera de él. Freddie Hubbard, posiblemente, el último trumpet hero de la historia del jazz, falleció el lunes en el hospital Sherman Oaks, California, a los 70 años. Llevaba un mes internado, tras haber sufrido un ataque cardíaco.
 Acercarse a él entrañaba más de un riesgo, sobre todo si quien lo hacía pertenecía al género femenino. Frederick Dewayne Hubbard (Indianápolis, 1938) era como su música: un torrente. Puro fuego. Hubbard tomó su inspiración de todos los que le precedieron, desde Clifford Brown y Lee Morgan a Dizzy Gillespie y Miles Davis, además de Max Woodbury, primer trompeta de la Orquesta Sinfónica de Indianápolis, de quien aprendió cuanto debe saberse acerca de la técnica del instrumento. En 1958, se trasladó a Nueva York. Dos años después paseaba por la Gran Manzana como la "estrella emergente" del jazz. Ese mismo 1960 grabó su primer disco para el sello Blue Note, Open Sesame, al tiempo que entraba a formar parte de los Jazz Messengers de Art Blakey, junto al saxofonista Wayne Shorter.
Los más grandes se le sorteaban. Hubbard graba y/o actúa junto a Herbie Hancock, Sonny Rollins, Thelonious Monk, Miles Davis, Cannonball Adderley... para agosto de 1961 ya ha grabado cuatro álbumes a su nombre entre los cuales se encuentra la que, para muchos, es su obra maestra, Ready for Freddie, de nuevo, con Wayne Shorter.
Sin ser un vanguardista, el trompetista participó en tres grabaciones seminales del new jazz: Free Jazz, de Ornette Coleman (1960); Out to Lunch, de Eric Dolphy (1964) y Ascension, de John Coltrane (1965). Que aquella fuera la corriente principal en el jazz explica que, al cambio de década, decidiera buscarse una fuente de financiación más fiable en lo que entonces se conocía como muzak. Una música que combinaba los instrumentos electrónicos y las orquestas de cuerdas, el rock, el funk y un repertorio confeccionado a la medida de los gustos del gran público: "no tengo reparo en reconocer que gané más dinero con aquellos discos que lo que había ganado en toda mi vida". En el año 1972, el trompetista obtuvo su único Grammy por First Light.
Que el mundo del jazz le diera la espalda por algo así era un mal colateral que estaba dispuesto a asumir. El propio Hubbard lo reconocería en una entrevista en la revista Cuadernos de Jazz, en el año 2001: "tenía que elegir entre morirme de hambre tocando jazz o ganar dinero. Y elegí". El trompetista se curaba en salud haciendo de Miles Davis en VSOP, junto a Shorter, Hancock, Ron Carter y Tony Williams. Pero ni por esas. Su prestigio en el mundo del jazz se había venido abajo y la situación empezaba a escaparse a su control. El antiguo niño bonito de la afición se cuidaba muy mucho de mostrarse ante su antiguo público, "estaba harto de tocar esa música, necesitaba desesperadamente volver a lo mío". Y supo rectificar a tiempo.
En los ochenta, el mundo del jazz saludó el regreso del hijo pródigo con la misma algarabía como lo había hecho algunos años antes con Miles Davis en su vuelta a los escenarios. Hubbard estaba de vuelta en el hard bop que le vio nacer, volvía a disfrutar tocando y las huestes del jazz con él. Durante esa década y la siguiente vino a nuestro país en numerosas ocasiones, con sus propios grupos o formando parte de alguno de los All Stars. Hasta que sus labios dijeron basta. Demasiados años saliendo a la pista a pecho descubierto y sin el preceptivo calentamiento: "no me cuidaba, nunca lo he hecho, y ahora lo estoy pagando", reconocía en la entrevista. Una úlcera en el labio superior apartó al trompetista de la vida pública durante tres interminables años: "no se imagina lo duro que ha sido estar todo el santo día en casa sin poder hacer lo que he hecho toda mi vida, con mi mujer detrás diciéndome "¿cuándo vas a empezar a trabajar?".
El último de los trumpet heroes de la historia volvió a la escena por segunda vez en unas condiciones inaceptables para ningún trompetista, mucho menos para él. La imagen del rey del salto mortal sin red convertido en una caricatura de sí mismo durante su actuación en el Northsea Jazz Festival, en el año 2000, fue más de los que algunos podíamos soportar. Ni rastro del Hubbard original. Su incapacidad para, siquiera, sostener una nota en el registro medio, le llevó a buscar refugio en el fliscornio, primero, y en la composición, después, sin éxito. Poco a poco, su imagen se desvaneció hasta desaparecer por completo.
Hubbard ha muerto en silencio. Quién nos lo iba a decir.
Chema García Martínez
(Publicado en El País, 31 dic. 2008)
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Hoy en El País


Fred Katz, ‘inventor’ del chelo en el jazz
 
Musicólogo, experto en mística hebrea y profesor de magia, durante décadas reinó como el único especialista del instrumento en el género y colaboró con Harpo Marx o Bob Dylan

domingo, 15 de septiembre de 2013

Un gran documental (en francés)



 
Gnawa à Marrakech: Malem Barkbou. Le bal des gènies


jueves, 12 de septiembre de 2013

CUADERNOS VIAJEROS: MARRAKECH



Marrakech bajo la lluvia
La ciudad incendiada languidece bajo la fina lluvia de septiembre. Hay un rojo de Marrakech como hay un rojo de Harlem (nada que ver el uno con el otro).

 

Jemaa el Fna: apenas un esquinazo desabrido allá donde la medina pierde su precario nombre. El color lo ponen quienes, día y noche, aquí acuden a ganase el sustento.

Dudosos adivinadores del porvenir, faquires de tres al cuarto, tatuadoras de alheña con el rostro oculto tras el nicab, grupos de ciegos –sus ganancias mancomunadas-; cantamañanas de toda especie, cuentistas y travestidos, encantadores de serpientes quizás sordas, Messi y Cristiano Ronaldo. El sonido del banjo -un viaje de ida y vuelta- junto al canto del muecín, los tambores gnaua y el kiticlán de los crótalos, ciclomotores y asnos, turistas espeluznados ante la cabeza cortada de un bóvido: su mirada vacía. Homilías a gusto del consumidor. El zumo de naranja, las carnes humeantes; las palomas, los monos, las ardillas expuestas al aire de la plaza o enjaulados.
Todos aquí son expertos en el arte de la caza y captura del fotógrafo escurridizo.
 

África ofrece en Jemaa el Fna su imagen más cierta en permanente transformación. La plaza tiene vida propia, dependiendo de la hora y el día, y el mes... hay cosas que no cambian: en Jemaa el Fna todos van o vienen con aparente prisa. Escaleras arriba, el Café Glacier –consumición obligatoria- ofrece una engañosa visión de conjunto, como un mar en calma. El gran teatro del mundo -la gran pantomima- queda ahora muy lejos.
 
A 2 ruedas
 

La medina de Marrakech son mil ciudades interiores compartiendo un mismo espacio.
 

Los vetustos ciclomotores inhábiles para circular en ningún otro lugar compiten con ventaja por el territorio escaso. Hay quien transporta un tubo de PVC de varios metros de largura, quien un bebé embutido entre fardos, quien escucha la radio al tiempo que conduce. Inevitablemente, el motorista acelera la marcha cuando se aproxima a un punto congestionado.
El humo de los tubos de escape envuelve las callejuelas y cuanto las contiene en una nube tóxica impenetrable.
 

Las calles de la medina son un campo de batalla, cuando no una ratonera. Sus recovecos esconden una cadena de mando perfectamente organizada que conduce del “machaca” al “puntero” y al punto de destino. Finalmente, todos los caminos conducen a la tienda de alfombras del tío/sobrino/conocido.
Guiarse por la medina de Marrakech es fácil: sólo hay que seguir el sentido contrario al que se nos indica.
 
Fuera queda el Marrakech très chic de la ville nouvelle donde Carmen Ordóñez se sintió divina de la muerte y Madonna y Brad Pitt juegan al golf. Nadie los ha visto pero, estar, están.


Marrakech bajo la lluvia es un horizonte romo de minaretes y antenas parabólicas bajo un cielo carmesí.

 
Chema García Martínez (texto y fotos)
 
Dedicado a Lúcia. Mi mujer.